La luz
La luz ilumina nuestro camino en la noche. Sólo con su ayuda podemos encontrarlo
y seguirlo. En la oscuridad, esta luz da para algunos pasos, de manera que con su
ayuda continuamente nos debemos reorientar. Eso significa que, aunque la luz nos
ilumine, para nosotros el final del camino permanece en la oscuridad. ¿Cómo nos
sentimos cuando ese final permanece en la oscuridad? ¿Estamos más seguros,
menos seguros?
Como para nosotros ese final permanece en la oscuridad, queda fuera del alcance
de nuestra voluntad, de nuestra expectativa y de nuestro temor. Puesto que ese final
permanece oscuro para nosotros, confiamos en otra luz, una luz eterna.
Esa luz brilla en nuestra alma como entrega a un movimiento que está quieto, como
si ya hubiera llegado a la meta, una meta infinita. Como meta infinita necesariamente
permanece oscura, ya que la luz que brilla para nosotros es finita y limitada, se pierde
en la oscuridad y termina en la noche.
Confiamos en esa luz mientras brilla y, más allá de ella, vislumbramos algo último
en lo cual se disuelve.
Dado que esa luz nos lleva a una oscuridad, está a su servicio durante un tiempo.
Tal vez entonces diga Dios: «¡Qué se haga la noche!» iQue se vuelva a hacer la
noche, la noche eterna, su noche!».
Mientras brilla, es la fuente de toda luz, también de la nuestra por un tiempo.
Perdura también si nuestra luz se apaga. Y aún hay algo más que brilla: el amor, que
en la oscuridad se vuelve ilimitado. Constelaciones Familiares
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